jueves, 5 de mayo de 2011

Un momento de desesperación.


Y nunca saber qué pudo pasar. Y ver que pasan como ráfagas las penas y alegrías. Y sentir que se ha vuelto a escapar… y esperar en la incertidumbre, que todo lo envuelve. Como la lluvia. Y estar esperando. Como un pájaro en el nido. Y decir verdades a gritos para decir deseos en susurros. En el fondo, el corazón se ha encogido. La duda y el miedo. Y esa sombra maldita que no se va, que atemoriza, que crea inseguridad. Maldita sea. Y a estas alturas sufrir para no mirar atrás. Y el pasado sigue en el camino. Se niega a abandonar la carrera, a dejar libre la senda. ¿Y por qué? Si ya no sirve, ya no late, ya no habla ni es capaz de escuchar o sentir. Parece que no existe llave para cerrar esta puerta.


La rabia. La impotencia. Otra vez la duda. Otra vez tambalearse. Y el odio. Si creer que ya no estaba, si saber que no existe, mirar la salida … no sirve de nada, cae herida de muerte la esperanza.